lunes, 2 de mayo de 2011

Los otros olvidados

Esta es una carta homenaje para los otros olvidados: Para los empresarios que no explotan a sus empleados. Para los empleados que trabajan duro, se implican y no intentan escaquearse. Para los hombres que no maltratan a sus mujeres ni se van a la cama con otras. Para las mujeres que no buscan una Visa Oro sino el Amor de verdad. Para los curas que no abusan de los niños. Para los que no intentan engañar a los seguros y no dicen que les duele el cuello si no les duele. Para los policías que no torturan ni abusan de su autoridad. Para los constructores que no se dedican a especular sino a construir. Para los políticos que no roban ni prevarican. Para los funcionarios que trabajan. Para los inmigrantes que pagan el alquiler cada mes y no destrozan el piso antes de irse. Para los escolares que escuchan y respetan a sus profesores. Para los jóvenes y adolescentes que estudian y/o trabajan. Para los otros ni-ni: ni tabaco ni drogas. Para esas inmensas mayorías de gente decente que hacen que el mundo real se parezca muy poco al infierno espantoso de los prejuicios, y que casi nunca salen en la tele o los periódicos por lo mismo que no solemos hablar de ellos en las sobremesas ni en las conversaciones cotidianas, porque son demasiado comunes, o sea lo normal, o sea la mayoría.

viernes, 19 de marzo de 2010

Un atajo (A short cut)

Frente a los problemas no busques culpables donde quizá no los haya, busca soluciones donde quizá no las haya
(In the face of the problems don't look for the quilty ones where maybe no one is quilty, look for solutions where maybe there is no solution)


Octavio Coll-Jara

martes, 9 de febrero de 2010

Lista di nascita di Sofia

*Quello che è scritto in rosso è ciò che ci hanno già regalato, grazie mille.
(* Lo que estáescrito en rojo es lo que ya nos han regalado, muchas gracias.)

- Termometro digitale Bebè Due ................................................ € 9,50
(termometro digital)
- Riscalda biberon. Philips Avent ................................................ € 46
(calienta biberon)
- Sdraio da bagno ...................................................................... € 23,50
(hamaquita de baño)
- Marsupio- Bebè Confort ........................................................... € 65
(mochila porta-bebé)
- Coperta Petit Praia- Leone ....................................................... € 58,50
(cubierta para cuna)
- Seggiolino per auto Peg-pèrego Viaggio 1 Duo-Fix (nero) ............ € 189
(asiento adaptado para coche)
- Passeggino 3 pezzi Peg-pèrego On Track (colore arena) ............ € 459
(carricoche 3 piezas)
- Umidificatore ultrasonico Jané ................................................. € 59
(Humidificador)
- Copri piumone Vitaminer Trumma (Ikea) ................................... € 5,99
(Funda nordica)
- Culla Gulliver (Ikea) ................................................................... € 79,90
(cuna)
- Materasso Vyssa Skont (Ikea) ................................................ € 34,95
(colchón)
- Fasciatoio Gulliver (Ikea) ......................................................... € 69,90
(cambiador)
- Materassino Fasciatoio (Ikea) ................................................. € 4,99
(colchoneta cambiador)
- Vasca di bagno Lattsam (Ikea) ................................................ € 5,99
(bañera)
- Borsa Passeggio Bebè Spoling (Ikea) ...................................... € 19,95
(mochila cambiador)
- Armadio cameretta Hemnes bianco (Ikea) ................................. € 159
(armario dormitorio)
- Mensola+ Cassetto Parete Hemnes bianco (Ikea) .................... € 79,95
(estanteria+ cajonera)
- Copri piumone Barnslig Dans (Ikea) ....................................... € 9,99
(funda nordica)
- Set lenzuola per culla Vitaminer Rand (Ikea) ........................... € 9,99
(juego de sabanas cuna)
- Copertina Vitaminer (Ikea) ...................................................... € 3,99
(cubierta cuna)
- Piumone per culla Len Stiarna (Ikea) ...................................... € 17,95
(edredón para cuna)
- 2 Lenzuola per culla Len verte e bianca (Ikea) ........................ € 13,98
(2 sábanas para cuna)
- Cerata coprimaterasso Len (Ikea) ........................................... € 9,98
(cubrecolchón)
- Paracolpi Culla Barnslig (Ikea) ................................................ € 11,95
(edredón paragolpes cuna)
- Bavaglini 2 pezzi Barnslig Rand (Ikea) .................................... € 3,99
(baberos 2 piezas)
- Coperta cotone Fabler Kamrater (Ikea) .................................. € 17,85
(manta algodón)
- Zanzariera Culla Fabler Dosel (Ikea) ....................................... € 14,95
(mosquitera para cuna)
- Tende Fabler Bard (Ikea) ......................................................... € 29,95
(cortina)
- Porta oggetti da parete Fabler (Ikea) ........................................ € 6,99
(porta objetos de pared)
- Copripiumone Fabler (Ikea) ...................................................... € 14,95
(funda nordica)
- Puppazzi di peluche per culla Fabler Movil (Ikea) ........................ € 9,99
(globo de peluche para cuna)

domingo, 17 de enero de 2010

Está clarísimo.

Aquí en España todo el mundo lo sabe. Está clarísimo que si algo va mal la culpa es siempre del gobierno, del presidente, de los ministros, del jefe de la oposición, de los politicos, de los jueces, de los funcionarios, de los empresarios, de la policía, de los lideres sindicales y de todo el que se atreva a cogerse un mínimo de responsabilidad. Y en lo que respecta a la crisis está claro que la culpa de la crisis es del presidente, que no es capaz de tomar medidas para contener el gasto público y generar empleo; de los bancos, que sólo piensan en enriquecerse a nuestra costa; de los empresarios y la patronal, que se están aprovechando de la crisis para librarse de los trabajadores que no les gustan porque no son sumisos; de los políticos de la oposición, que solo piensan en aceptar sobornos y en pelearse entre ellos para ver quien llega arriba; de los lideres sindicales, que no se enfrentan al gobierno por miedo a que vuelvan a entrar los de la oposición... Porque yo, pobre ciudadano, no tengo culpa ninguna. A ver, que voy a hacer yo si el cabrón de mi jefe me despidió hace seis meses. Autónomo? Quita, quita, tú sabes lo que hay que pelear para salir adelante: que si impuestos, que si Seguridad Social, que si te las ves negras para cobrarle a los clientes... Oposiciones? Ya le he dicho al hermano de mi mujer, que está de medio jefe en el Ayuntamiento, que me avise cuando salga algo para ver si me puede enchufar o echarme un cable, porque yo la verdad es que a estas alturas ya no tengo la cabeza para estudiar, pero seguro que al final las plazas están ya reservadas para los familiares de los jefazos y los políticos que son todos unos corruptos y siempre colocan a los suyos. Mientras, pues seguiré cobrando el paro y haciendo por hay alguna chapuza que me va saliendo en negro , porque tal y como están dejando las arcas públicas los chupocteros del gobierno veremos a ver si no nos quitan hasta el paro y la ayuda familiar que le dan a mi mujer. De todas formas, mientras me vaya dando diariamente para las cuatro o cinco cañas y algún cubata que me tomo mientras me juego la partida con los amigetes... Por lo menos no me tengo que pegar los madrugones que me pegaba antes para ir al curro y me puedo quedar viendo la tele hasta tarde como a mí me gusta. A ver si para después del verano se acaba la crisis y me llaman del paro, pero para darme algún trabajo, no como la última vez que me llamaron para un curso de autoempleo o algo así. Madre mía! pues no que querían que me montara por mi cuenta! Me daban hasta créditos y no sé que ayudas a fondo perdido si además contrataba a uno o dos aprendices. Lo que me faltaba a mi, para que luego empiezen con que si vacaciones, que si bajas, que si aumentos de sueldo..., quita, quita, para complicarme la vida estoy yo.

Octavio Coll-Jara

sábado, 14 de febrero de 2009

Master en Economía: el misterio de la trinidad.

Yo en el supermercado sólo busco el mejor precio, sin preocuparme de lo que las empresas se ven obligadas a hacer para abaratar sus productos y conseguir la mejor oferta. Yo en el trabajo exijo lo básico: estabilidad, un horario que pueda compatibilizar con mi vida familiar y un sueldo que me dé para vivir holgadamente; y no me paro a pensar en los costes ni en qué tengan que hacer mis jefes para garantizarmelo. Y yo mismo, a los directivos de las empresas donde tengo mis ahorros en acciones y fondos de inversión, sólo les exijo rentabilidad y beneficios, y nunca me he interesado por las medidas que hayan tenido que tomar para aumentar esos beneficios que hacen que mis acciones suban.

Octavio Coll Jara

viernes, 2 de noviembre de 2007

Vértigo

Elije una noche estrellada, sin luna. Busca un lugar solitario en el campo o la playa, donde sople el viento y lo más alejado posible de cualquier fuente de contaminación lumínica.

Quítate la camisa o camiseta ─ para no resfriarte espera a una noche de verano ─ y túmbate boca arriba, preferiblemente donde el suelo sea natural, de tierra, arena, roca,..., es decir, sin asfalto o pavimento de ningún tipo. Las piernas estiradas y los brazos abiertos. Siente el contacto directo de tu espalda con la Tierra.

Quédate mirando un rato el firmamento, las estrellas, el abismo.

Intenta despegar ligeramente la cabeza y la espalda de la tierra y siente la presión, la fuerza que te pega al suelo.

Ahora imagina que te encuentras en el hemisferio sur, en Australia por ejemplo.

Y como estás en Australia, imagina ahora que las estrellas no están arriba sino abajo, y que no te caes a ese abismo gracias a que tu espalda está literalmente pegada a una bola gigantesca. Una bola que viaja por el universo a casi ciento diez mil kilómetros por hora ─ imagina que el viento es producto de la velocidad ─ alrededor de otra bola de fuego trescientas mil veces más grande. Siente sólo eso, tu cuerpo, la bola gigante pegada a tu espalda, la velocidad y el abismo.

Ahora despierta. Todo ha sido una ilusión. Sólo estás tumbado en la arena mirando a las estrellas.

Octavio Coll-Jara

martes, 30 de octubre de 2007

Salud, envidia y amor

Llegamos al mundo a la fuerza, llorando, sangrando. La infancia es la edad de las prohibiciones y la obediencia. La juventud se pasa rápido entre exámenes, acné, desengaños y contradicciones. Si todo va bien conseguimos un trabajo, y con él viene la responsabilidad, la disciplina, el esfuerzo, madrugar, los jefes,...; y el dinero, sí, pero también la hipoteca, los recibos, las letras, la cuesta de enero, la cesta de la compra, la inflación,... Todo para conseguir una estabilidad que enseguida se convertirá en rutina. Nos jubilamos y a la rutina se añaden los achaques, la soledad, las pérdidas, el miedo a una muerte que llega rápido.

Los más afortunados gozan de salud, se enamoran y ganan dinero. Pero la salud es efímera, la antesala del dolor, la sala de espera. El amor también es volátil, y arrastra consigo ─ quienes han amado de verdad lo saben bien ─ una cohorte de ansiedades, celos, angustias, decepciones,... El dinero corrompe y tiraniza a quien lo posee, infunde sospechas y repele la certeza del amor y la amistad verdaderos.

Bien mirada, la vida es ese valle de lágrimas que decían los abuelos, del que encima somos expulsados muy pronto y sin avisar, a las tinieblas, a la nada. Y con este panorama ¿de dónde saca el hombre las ganas de vivir? ¿Por dónde aflora el optimismo? ¿Cómo conseguimos ilusionarnos? Cómo puede ser que la mayoría de la gente responda con un sincero “bien” o “muy bien” al cotidiano “¿qué tal?”. Mi teoría es que, drogas y religiones aparte, el yacimiento de donde se extraen el optimismo y la vitalidad, la ilusión y la felicidad, no son ni más ni menos que la desgracia y el fracaso ajenos. Mediante un burdo pero efectivo mecanismo mental de relativización que llamamos envidia logramos transformar el infortunio ajeno en la dicha propia.

Sí. La envidia. Ese pecado capital, denostado desde tiempos bíblicos, funciona también como el jugo gástrico que nos ayuda a digerir una realidad demasiado cruda para nuestro intestino mental y emocional. La única virtud que hasta ahora se había reconocido a este veneno del alma es que, bien encauzada, nos puede servir de estímulo para mejorar y progresar al ser espoleados por el deseo de la cosa envidiada. Pero la envidia no consiste sólo en el anhelo de la fortuna o la virtud ajenas, no estamos ante un sentimiento aséptico. Esa envidia sana ─ sospechosamente sana ─, oculta una cara más siniestra que se adivina en la lista de sinónimos de cualquier diccionario: celos, resentimiento, rencor, tirria, rabia, resquemor, desazón, disgusto,... No sólo ansiamos la fortuna del vecino sino que además le odiamos por el mero hecho de disfrutarla. Y de la misma forma sentimos satisfacción, o por lo menos un cierto alivio ─ vergonzante quizá, pero necesario ─, cuando el mismo afortunado tropieza y cae en el barrizal del fracaso. Y es precisamente aquí, en la caída del vecino, del compañero, incluso del hermano, donde encontrados el consuelo. El fracaso ajeno calma la ansiedad que nos produce una vida corta y brutal. Porque quién podría, por ejemplo, soportar la idea de la muerte en un mundo en el que todos los demás fueran inmortales, la idea de quitarse de en medio y desaparecer cuando los amigos, la familia y los enemigos se van a quedar eternamente. Es la muerte de los demás la que nos hace soportable la nuestra propia. El problema no es ser pobre, sino ser pobre cuando se está rodeado de ricos. Cualquiera que haya viajado a algún país pobre sabe que, salvo epidemias o hambrunas, allí los niños y la gente ríen y disfrutan tanto o incluso más que en los países ricos. Cuando todos los que me rodean son indigentes acepto sin problemas mi propia escasez. El alto índice de divorcios, separaciones, malos tratos, etc. son oxígeno para quienes no han encontrado pareja y viven en forzada soledad, y determinados programas de prensa rosa nos ayudan a soportar nuestra anodina existencia cuando airean por fin las miserias de personajes famosos que parecían vivir en una intolerable nube de éxito permanente.

Como la contrapesa en una balanza romana, la envidia nos ayuda a contrarrestar el peso del éxito ajeno. Catarsis, llamaban ya los antiguos griegos a este efecto purificador que la tragedia causaba en los espectadores.

“Mal de muchos, consuelo de tontos”, reza el proverbio, pero quizá debiéramos reformularlo como “Mal de muchos, consuelo de todos” y añadirle una nueva lectura del “No hay mal que por bien no venga”.

Gracias por fracasar.

Octavio Coll-Jara